Todos necesitamos un punto de apoyo. En la mayoría de las adolescentes, tras crecer, este punto pasa de ser su madre a su mejor amiga del alma a la que se lo cuentan todo y con la que comparten todo. Pero yo no. No tengo ninguna amiga en la que confíe plenamente ni la necesito, simplemente, porque tengo un amigo. Solo uno. A decir verdad, tengo más amigos, e incluso amigas, pero en todos los ámbitos siempre hay alguien que destaca y en este, destaca él.
No es un amigo convencional, nunca lo ha sido.
Desde que vino al colegio siempre me había caído bien, pero en esos momentos lo achaqué a que él era guapo. No os equivoquéis, yo no le quería por ser guapo, más bien al contrario: todos mis amigos eran guapos porque, hartos de que todas las niñas de la clase estuvieran enamorados de ellos, se refugiaban en mí, que los veía simplemente como un amigo y que constituía un aliado en la línea femenina (ya era triste desde pequeña).
En sexto de primaria, nuestra tutora inició una actividad que duraría todo el curso: asignarnos a un compañero que debía ser nuestro amigo durante ese periodo. Yo protesté porque no nos podía obligar a establecer una amistad con alguien al azar, pero, contra todo pronóstico, lo consiguió. Se convirtió en mi mejor amigo en un tiempo récord. Fue inevitable.
Es inevitable querer a alguien que te protege de cualquiera que se meta contigo.
Es inevitable querer a alguien que te lo ha contado todo y al que se lo has contado todo.
Es inevitable querer a alguien con quien descubres el sexo (no penséis mal, pero a esa edad ambos teníamos muchas preguntas sobre el sexo opuesto).
Es inevitable querer a alguien que tiene tu mismo sentido del humor.
Es inevitable querer a alguien con quien maquinas planes para cambiar el mundo, aunque sepas que nunca se llevarán a cabo.
Es inevitable querer a alguien con quien puedes pasar horas y horas y no sentirte incómoda ni aburrida.
Es inevitable querer a alguien que incluso se bajaría los pantalones delante de un grupo de gente con tal de hacerte reír.
Es inevitable querer a alguien a quien todas las zorras con las que ha salido le han dejado por ser demasiado buena persona.
Es inevitable querer a alguien que no te hace pensar "Me gustaría tener un amigo gay".
Es inevitable querer a alguien que desobedecería a su padre, se escaparía de casa y cruzaría el pueblo inundado mientras diluvia en solo 5 minutos para ayudarte a sacar el agua que ha entrado en tu casa.
Es inevitable querer a alguien que te hace sentir que eres importante, inteligente, guapa, aunque solo sea para él.
Es inevitable querer a alguien al que le cuentas las cosas que no le puedes contar a nadie más.
Es inevitable querer a alguien que confía tan ciegamente en ti.
Es inevitable querer a alguien que es más importante para ti que tu familia.
Es inevitable querer a alguien que solo se enfada contigo cuando haces algo que te perjudica a ti misma.
Es inevitable querer a la única persona que nunca te va a dejar.
No es un amigo convencional, nunca lo ha sido. La gente no entiende nuestra relación y, aunque lo hayamos negado miles de veces, profesores, vecinas, familiares y amigos aún creen que somos pareja. Pero no me molesta porque al fin y al cabo somos como un matrimonio. Nos queremos, le digo que es un vago, vemos la tele juntos, vamos a comprar juntos, me pide sexo y yo me niego.
Así que los que dicen que un tío y una tía no pueden ser amigos, es porque no tienen un amigo como él.
Poca gente entiende lo de querer más a un amigo que a la familia pero es que la gente no entiende que los buenos amigos son escasos y un gran tesoro. suerte la tuya que tienes un amigo así :-).
ResponderEliminarSí, tengo mucha suerte, la gente así no abunda :3
EliminarFamilia es con quien quieres estar :)
ResponderEliminar(Es posible que esta frase la haya sacado de un anuncio de cereales o de un envase ahorro de Sanex, pero queda bien igual)
Petons!
Todo lo que dices tú queda bien <3
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