27 de agosto de 2014

Eres poesía sin saberlo

¿Sabes esos días en los que llueve pero también hace sol? Así me siento ahora porque, aunque tu presencia siempre lo hace todo agradable, me siento tan mal que creo que no me merezco nada.
No me merezco llorar y convierto mis lágrimas en palabras. Que no son muy bonitas, lo sé, pero no podías esperar mucho de las lágrimas de alguien que siempre se deja las puertas abiertas y las luces encendidas, que quería que nos uniésemos para echar a esa gentuza, que se ha echado carreras con la luna y que te ha hecho daño.
De alguien que no se merece ni sentir, que no se merece ni mirarte, que no se merece ni decirte.
Decirte que no todo caduca. Que el Jardí de Pacent siempre va a ser el jardín de los mimos. Que no voy a conocer unas pestañas más largas que las tuyas. Que se me escapa un poquito de vida cada vez que suspiras y por muchos besos que te dé no logro recuperar ese trocito. Que todo me parece poquito cuando se trata de ti. Que contigo cualquier sitio se convertiría en la capital mundial. Que siempre, siempre, voy a querer tus mimos.
Y si te digo que no eres poético es porque aún no he entendido cómo alguien como tú (que me darías tu corazón pero lo necesitas para bombear sangre a todo tu cuerpo) puede ser poesía sin saberlo, sin saber qué es poesía o por qué poesía.
Y si te lo repito es porque con ello me salvas del amor romántico y todo lo que conlleva: de quedarme sin corazón para bombear sangre a mi cuerpo, de no saber vivir sin ti y, en consecuencia, morirme si no estás. Mi vida sin ti sería como mi vida sin ti y esa es toda la justificación que necesito para decírtelo bien claro, dejando a un lado la poesía porque estando tú, sobra:
Te quiero en mi vida, mi vida.