9 de diciembre de 2012

Las relaciones son como los chicles

Puede parecer una comparación absurda y rebuscada, pero la verdad es que encaja a la perfección.

Cuando empiezas a masticar un chicle sientes una explosión de sabor, que dependiendo del chicle puede ser más o menos intensa. Piensas que esa sensación no se va a acabar nunca y masticas, masticas con tanto énfasis que te llega a doler la mandíbula o te muerdes a ti mismo.

Sin embargo, llega un momento en el que el chicle pierde el sabor y no quieres tirarlo. Tal vez porque te entretiene. Tal vez porque guardas la esperanza de que vuelva un atisbo de lo que antaño fue. Tal vez por pena. Tal vez porque no sabes dónde echarlo. Tal vez por miedo a no tener otro chicle. Pero sea como sea, sigues masticando sin ganas.

En ese momento tienes que tomar una decisión. Puedes seguir masticando el chicle sin sabor, haciendo polvo tu mandíbula y mordiéndote. O puedes tirar ese chicle. Una vez lo hagas puedes seguir sin chicle o buscar otro.

Es una decisión difícil, pero si no la tomas tú, la vida la tomará por ti. Y, sabedlo: la vida es una gran hija de puta.

2 de diciembre de 2012

I lol you

Quiero escribir sobre alguien que, sinceramente, os importará una mierda, pero es una de las personas más importantes en mi vida, por no decir la que más, y por eso voy a escribir sobre él, aunque no lo vaya a leer porque me prometí que este blog no lo conocería nadie de mi vida "1.0". Sin embargo, estoy segura de que antes o después lo descubrirá, por algo es quien es, y, sinceramente, me da igual. Porque es la única persona que no se sorprendería de esta faceta mía.

Todos necesitamos un punto de apoyo. En la mayoría de las adolescentes, tras crecer, este punto pasa de ser su madre a su mejor amiga del alma a la que se lo cuentan todo y con la que comparten todo. Pero yo no. No tengo ninguna amiga en la que confíe plenamente ni la necesito, simplemente, porque tengo un amigo. Solo uno. A decir verdad, tengo más amigos, e incluso amigas, pero en todos los ámbitos siempre hay alguien que destaca y en este, destaca él.

No es un amigo convencional, nunca lo ha sido. 
Desde que vino al colegio siempre me había caído bien, pero en esos momentos lo achaqué a que él era guapo. No os equivoquéis, yo no le quería por ser guapo, más bien al contrario: todos mis amigos eran guapos porque, hartos de que todas las niñas de la clase estuvieran enamorados de ellos, se refugiaban en mí, que los veía simplemente como un amigo y que constituía un aliado en la línea femenina (ya era triste desde pequeña).
En sexto de primaria, nuestra tutora inició una actividad que duraría todo el curso: asignarnos a un compañero que debía ser nuestro amigo durante ese periodo. Yo protesté porque no nos podía obligar a establecer una amistad con alguien al azar, pero, contra todo pronóstico, lo consiguió. Se convirtió en mi mejor amigo en un tiempo récord. Fue inevitable.

Es inevitable querer a alguien que te protege de cualquiera que se meta contigo. 
Es inevitable querer a alguien que te lo ha contado todo y al que se lo has contado todo.
Es inevitable querer a alguien con quien descubres el sexo (no penséis mal, pero a esa edad ambos teníamos muchas preguntas sobre el sexo opuesto).
Es inevitable querer a alguien que tiene tu mismo sentido del humor.
Es inevitable querer a alguien con quien maquinas planes para cambiar el mundo, aunque sepas que nunca se llevarán a cabo.
Es inevitable querer a alguien con quien puedes pasar horas y horas y no sentirte incómoda ni aburrida.
Es inevitable querer a alguien que incluso se bajaría los pantalones delante de un grupo de gente con tal de hacerte reír.
Es inevitable querer a alguien a quien todas las zorras con las que ha salido le han dejado por ser demasiado buena persona.
Es inevitable querer a alguien que no te hace pensar "Me gustaría tener un amigo gay".
Es inevitable querer a alguien que desobedecería a su padre, se escaparía de casa y cruzaría el pueblo inundado mientras diluvia en solo 5 minutos para ayudarte a sacar el agua que ha entrado en tu casa.
Es inevitable querer a alguien que te hace sentir que eres importante, inteligente, guapa, aunque solo sea para él.
Es inevitable querer a alguien al que le cuentas las cosas que no le puedes contar a nadie más.
Es inevitable querer a alguien que confía tan ciegamente en ti.
Es inevitable querer a alguien que es más importante para ti que tu familia.
Es inevitable querer a alguien que solo se enfada contigo cuando haces algo que te perjudica a ti misma.
Es inevitable querer a la única persona que nunca te va a dejar.

No es un amigo convencional, nunca lo ha sido. La gente no entiende nuestra relación y, aunque lo hayamos negado miles de veces, profesores, vecinas, familiares y amigos aún creen que somos pareja. Pero no me molesta porque al fin y al cabo somos como un matrimonio. Nos queremos, le digo que es un vago, vemos la tele juntos, vamos a comprar juntos, me pide sexo y yo me niego.

Así que los que dicen que un tío y una tía no pueden ser amigos, es porque no tienen un amigo como él.